Soy como un barco a la deriva ,
en medio de la tormenta,
y de mi garganta sale un gemido,
¡Sálvame Señor que me hundo!
mi mano no sueltes mi Salvador,
que sucumbo en el mar oscuro,
que me ahogan sus aguas
y juegan conmigo las olas para
hundirme en el mar profundo.
Sálvame hijo de David,
que las trompetas de Josué
derriben el muro en que estoy presa.